No sé qué me depara el futuro, no sé cómo me sentiré de aquí a ocho meses, no sé qué pensaré de la gente que quiero al cabo de un año y, por supuesto, no sé qué pensarán ellos de mí al cabo de tres…
Pero, lo que está claro, es que TODOS habremos cambiado, para bien o para mal, no se sabe, pero lo haremos.
Es ley de vida.
Quizá en algunos el cambio sea más grande y en otros, sin embargo, nadie notará la diferencia.
Pero ahí están, pequeños matices que nos han hecho como somos y no de otra manera: una discusión, una mirada, un mal comentario en un mal momento, un hombro donde cobijarse, una persona que se va y otra que viene… O incluso enterarte de que alguien a quien tú considerabas un amigo, por lo visto, no lo era tanto.
A lo mejor esas personas creen que jamás te enterarás de lo que han dicho o hecho, un secreto que se creen capaces de aguantar toda una vida si hace falta.
Pero no es así, amiguito… Las paredes tienen oídos y quien no corre, vuela.
