No sé. Parece que esa es mi
frase.
- Oye, Mimi, qué tal si…
- No sé.
- Mira, Mimi, qué te parece si…
- No sé.
Agg. Lo cierto es que me odio un
poco a mí misma. Tan decidida para algunas cosas y tan echada para atrás en
otras. A veces incluso me doy la sensación de que soy un poco retrasada. En fin,
supongo que será parte de mi encanto; porque, nene, como tú dices, qué tendré
para que seas tan genial conmigo.
Sé que no paras de repetirlo y
que lo seguirás haciendo pero, ¿en serio que piensas que estoy por encima de
ti? Oh no, para nada. Puede que tenga muchas cosas buenas y, no te lo voy a
negar, no me considero una persona “mala”, pero todo lo que tengo de bueno se
compensa con todos mis defectos. Ya lo dijeron los chinos: “La armonía se basa
en el equilibrio de los opuestos y blablabla…” Todo muy bonito, pero yo no soy
tan bonita como te piensas.
A veces siento que no voy a
estar a tu altura. Entiéndeme, no sé qué esperas exactamente de mí. No sé cómo
hacer las cosas. No estoy acostumbrada a este tipo de relación. Y ¡oh,
sorpresa! ¡Yo también me como la cabeza! Creo que esto nunca te lo he llegado a
decir, tampoco sabía muy bien cómo expresarlo. Pero simplemente me limito a
dejarme llevar, a hacer lo que siento en cada momento, lo que creo que puede
regalarme una de esas sonrisas tuyas de niño pequeño que tanto me gustan; de esas
que te salen sinceras, de las que se contagian por cómo te brillan los ojos. De
las que me enamoran.
Son pequeños gestos, pequeños
instantes que parecen que pasarán desapercibidos hasta que te sorprendes
recordándolos mirando un punto fijo y deseando que un momento similar se
repita.
Sin duda alguna me quedo más que
satisfecha por todos esos instantes mágicos que me has dado sin darte cuenta,
por todo lo que me haces pensar y sentir cuando andas cerca y cuando estás
lejos.
Por cómo me valoras y por cómo
espero yo también compensarte.
Sin fallos. Sin demasiados
tropiezos, por favor.
Sin tener que pedir perdón
demasiadas veces (sólo por las que no tengan importancia…).
Sin… sin… sin… sin que no haya
ningún día en el que no me digas un te quiero. Sin que no haya un día en el yo
me acueste sin estar más enamorada de ti.