miércoles, 20 de febrero de 2013

Un pedazo de tu alma


Algo se rompe.
¿El qué? Es igual. No importa. Pero se resquebraja.
Un presente, unas ideas, una forma de vida… Tu alma.
¿Qué más da? Simplemente, de repente, ya no tienes tantas ganas de seguir adelante. Regresas dentro de tu mente y vagas en tu nube de imágenes.
Sonríes. Personas. Lloras. Decisiones. Anhelas. Palabras.
Te queda la sensación de que eres tú el único en el mundo que recuerdas esos detalles.
Y comienzas a echar de menos casi violentamente a todo lo que te hace anhelar lo que un día tuviste.
Es saber que ese recuerdo sigue existiendo, vive a tu lado, y antes, que no podías pasar un día sin saber de él, ahora, sin más, pasan meses, años, sin mediar palabra sin un motivo aparente. Solo las diferencias del tiempo.
Tu alma se ahoga un poquito más al darte cuenta que esos momentos se han acabado y que nunca volverán. Y, resulta, que cuando vuelven a aparecer, te rompes irremediablemente por dentro.
Quieres volver atrás, pero no puedes. Quieres gritar, correr a su lado, pero eso no tendría sentido.
Te terminas contentando con escribir algo en una bonita hoja en blanco. Desahogarte con nadie, con una máquina que no te juzgará y que obedece tus órdenes sin rechistar.
Amando algo que ya tienes asumido que nunca amaste. Odiando algo que en realidad no era más que un entresijo de emociones que no supiste calificar.
Sin saber por qué del todo, te sientes solo. Es el mismo sitio, pero no el mismo lugar. Y quizás, solo quizás, desearías recoger un pedacito de ti de esos que tanto querías pasar página, para recordarte quién eras, de dónde vienes, recordarte que una vez tenías apoyo, un lugar donde te sentías querido, donde todo tenía sentido. Darte cuenta que, a pesar de todo, eras feliz.

Pero, lo mejor, era recordar esa capacidad tuya para poner banda sonora a todo instante.
Y, para este instante, esta es mi música.